Cuando los rescatistas llegaron a la escena, la visión fue desgarradora. Un Pitbull yacía inmóvil en el suelo, su cuerpo agotado sostenido entre los brazos de uno de los miembros del equipo.

Al reconocer la gravedad de la situación, el equipo llevó de inmediato al perro a su clínica veterinaria de confianza. Sabían que cada segundo contaba. Se tomaron acciones rápidas para estabilizar la condición del Pitbull.
Se le administró una transfusión de sangre crucial, proporcionando el apoyo necesario para mantenerlo con vida. A la mañana siguiente, un rayo de esperanza comenzó a atravesar la pesada nube de desesperación.

A pesar de la incertidumbre y el miedo constantes, el Pitbull mostró señales de estabilización.
Sin embargo, las perturbadoras lesiones alrededor de sus ojos dibujaban un panorama sombrío, sugiriendo un acto deliberado de crueldad, como si alguien hubiera intentado cegar a este majestuoso animal.

Los rescatistas comprendieron que reconstruir la confianza del perro en los seres humanos requeriría una inmensa paciencia, compasión y comprensión.

Cada día, dedicaban su tiempo y esfuerzo a crear un entorno seguro y a brindarle los cuidados que el Pitbull, llamado Kala, merecía.